
Los grandes clubes del mundo consiguen su status a través de grandes hazañas que quedan en la mente y el corazón de sus aficionados.
Después de un campeonato atropellado, en el que parecía que la incertidumbre vencía a la razón, las Águilas de Jardine mantuvieron el vuelo contra toda turbulencia que intentó derribarles.
Incluso se habló de un vestidor roto.
Parchados y con apenas soldados suficientes, debieron conocer el Play-In que aumentó la carga de partidos. Aun así, el corazón Azulcrema se impuso a Xolos en calidad de visitante.
Luego vapulearon a Toluca y exorcizaron una cancha históricamente difícil para clasificarse a semifinales contra un viejo y conocido enemigo en estas fases.
Contra Cruz Azul fue una gran batalla en la que se sobrevivió con pundonor y coraje. El gran favorito de la serie quedó atrás y América se encaminó hacia la gran final.
El americanismo fue paciente para cobrar su revancha del 2019. Seis largos años transcurrieron, pero América, con talento, inteligencia emocional y hambre de repetir, se impuso con mediana dificultad a los regios que, como todos los rivales previos, lloraron más de lo que jugaron.
El Club América agendó cita con la historia, con la épica y con el olimpo.
Y llegó.
América logró lo que nadie en torneos cortos: salir tricampeón.
Sí, tres veces campeón.
Lo que ha conseguido André Jardine quedará en lo más alto de la historia Americanista.
Para poner en perspectiva lo que ha logrado, basta decir que tuvo que sobrevivir a nueve series consecutivas de ida y vuelta, de matar o morir. No tres o cuatro.
Nueve (diez si consideramos Play-In).
Y si se toma en cuenta de que el América fue un equipo sin estadio, el mérito es todavía mayúsculo. Logró salir campeón de visitante, hazaña jamás antes vista por Americanista alguno.
Este equipo, esta generación, esta familia que han conformado, se merece el reconocimiento absoluto del mundo entero.
Todos han puesto su granito de arena para que el América esté ahora, lejos, muy lejos del resto de “perseguidores” en materia de títulos.
Cualquier elogio queda corto ante esta hazaña que, de un plumazo, borra cualquier presunción de bicampeonato. América ha conseguido poner la vara altísima, y conociendo al resto de equipos que se creen grandes, en la vida lo van a superar.
Siempre hemos sabido que el fútbol mexicano se reduce a lo que haga o deje de hacer el conjunto Azulcrema. El único equipo que podrá alcanzar un tetracampeonato, es el mismo Club América.
El Americanismo tiene que disfrutar, pero sobre todo, apreciar a Jardine y la existencia de un proyecto sólido como el que goza la institución Azulcrema. Este tricampeonato será el inicio de los títulos que se negaron en años recientes y que se sentían merecer. El futuro luce promisorio.
Cada semestre será más complicado. Cada torneo nuevo habrá nuevas artimañas que vencer, y es ahí donde el América se luce. En los campos de Coapa se sabe que los pretextos pertenecen al bote de basura, porque es la exigencia propia la que obliga a ser mejor. Es la superación día con día la que muestra el camino a la gloria.
Se ha repetido hasta el cansancio. América no es lugar para los débiles. El fútbol mostrado en el pasado te puede llevar a Coapa, pero para sobrevivir, hay que seguir creciendo. Así lo han entendido casi todos y los resultados están a la vista.
No queda más que agradecer a André Jardine por tomar las riendas de este club cuando, en su momento, los altos mandos se decantaban por otras opciones. Al final, el amazónico llegó a Coapa, y año y medio después, se ha consagrado como el mejor timonel en la historia del Club América. El Americanismo está viviendo historia pura.
Y a los muchachos, gracias, porque nunca se volvieron locos.
Nunca cedieron a la presión del mismo Americanismo.
Nunca perdieron el coraje y las ganas de seguir en pie de guerra.
Nunca perdieron el hambre de triunfo.
Nunca dudaron en ir por la gloria.
Y André, llora, llora todo lo que quieras, porque tus lágrimas…
… son también las nuestras.







Gracias por hacernos soñar, y por hacernos creer.
Nunca dije nada, porque ¿quién es uno para exigirle algo al más grande? Pero durante muchos años hubo algo que dolía, una piedra en el zapato que molestaba. Fui al estadio con amigos, con parejas, con familiares y hasta solo. Hice el viaje a hinchar por el más grande desde Veracruz, desde Quintana Roo o desde donde me tocara estar viviendo en ese momento. Estuve en la familiar, con la barra o donde consiguiera boleto, a veces no alcanzaba y pues a verlo en el bar más cercano. Nunca dije nada pero siempre cruzaba por mi cabeza el no sabernos bicampeones, el no tener algo que otros si tenían y debería de ser solo de nosotros, y hoy, por fin, esa deuda queda saldada. Somos tricampeónes y no hay nadie más que pueda decir que lo es, porque nadie puede ser algo que no es el America, somos el amo y señor del futbol mexicano.
Felicidades Tricampeones, es dificil explicar las sensaciones que se tienen ahora, se me vienen a la mente aquellas tardes de cuando niño disfrutaba y sufria ver jugar al equipo si ganaba o perdia, si perdia dejaba de comer por el enojo! ahora, no se si derivado de la madurez, veo los partidos de manera mas fria, pero en mi interior los sigo gozando y sufriendo como ese niño! El America es eso, es tu ADN, es tu estirpe y siempre estará ahi a pesar del paso del tiempo y hasta el final del camino.
Que orgullo es ser TRICAMPEON, Odiame 16 veces Mas!!!