Cualquier similitud entre los largometrajes de la serie Destino Final y el Club América no es coincidencia.
En dichas cintas, los protagonistas suelen tener visiones de situaciones mortales que sucederán en el futuro cercano y que librarlas es misión imposible (con el permiso de Tom Cruise).
El Club América está igual.
Los aficionados más avezados ya tuvieron estas visiones de un futuro nefasto gracias al debilitamiento semestral del plantel.
La clarividencia se hizo realidad.
América está al borde de la desbandada y el torneo siguiente comienza en la primera quincena de julio. Apenas un mes si la intención es tener plantel completo para la primera fecha ante Bravos de Juárez.
La montaña en el zapato—porque decirle piedrita sería un favor— son Santiago Baños y compañía. Este personaje se ha caracterizado por su pasividad extrema en cada mercado de fichajes.
Siempre a cuenta gotas. Siempre rezando para que no “se le caiga”, y siempre esperando que pose la vista sobre un jugador diferencial y no otro de relleno.
Dicen que todo lo bueno termina. Durante el tricampeonato se paseó a sus anchas, salió en todos lados, y sonrió de oreja a oreja. Quizá hasta se engañó a sí mismo pensando que, después de todo, no era tan inepto en su trabajo.
El problema es que la realidad lo alcanzó.
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