Cruz Azul (1-0) Club América: “Houston, tenemos un problema”
Se desconectaron las Águilas y quedaron a la deriva en plena semifinal.
Todas las facturas tienen fecha límite de pago o deben afrontarse las consecuencias.
América está sintiendo los primeros estragos de tener cuatro torneos sin grandes refuerzos, y peor aún, estar colmados de jugadores que la pasan en el hospital.
Henry tiene “siglos” sin patear a gol y ni siquiera mencionar el convertir. Eso es síntoma de algo más profundo: el aparato ofensivo del América no existe.
Diego la pasó lesionado el semestre completo.
El Búfalo se volvió Becerro entre lesiones, sobradez y gitanismo.
Dávila residió en vaivén de banca a cancha y viceversa sin un rol claro.
Henry pasa más tiempo en camilla que en cancha.
Zendejas ha sido una montaña rusa a lo largo de la temporada.
Fidalgo no patea a gol ni aunque su vida dependa de ello.
Chiquito Sánchez se desinfló al final cuando de trascender en portería contraria se trata.
Es imposible que cualquier estrategia funcione si los jugadores no están bien.
Incluso se hizo cambio de preparador físico a medio torneo, pero no parece que haya dado resultado.
Jardine es un tipo pasional. Detesta que sus muchachos sean incapaces de practicar el fútbol que le gusta, y sobre todo, detesta perder.
Algunos dicen que perdió los estribos. Puede ser, pero sucedió después de aguantar lo que pudo.
Las estadísticas dicen que con Chivander pinta mala cosa para el América, y cuando al minuto cinco se traga un penal en clarísima mano del defensor celeste, el pacienciómetro se dispara desde temprano.
Por si fuera poco, casi destruyeron el tobillo de Fidalgo a tres metros de él, en clara jugada de roja que el VAR tuvo que rectificar porque dicho colegiado la consideró apenas amarilla.
Y si de por sí traía fastidio acumulado porque sus galácticos no dan una a nivel físico, reventó, pero no sin antes, dejarles claro a los celestes quién es el TRICAMPEÓN, algo que ellos solo podrían soñar. Es fútbol y pasión. Es como cuando Mohamed dijo que en el Azteca había dado la vuelta como campeón. Es cuestión de gustos. Para algunos será “molesto”, para otros será “folclor” futbolero.
La situación preocupante es la desconexión de los muchachos. Están faltos de confianza debido a que han estado poco tiempo en cancha. Se les nota sin ritmo a algunos de ellos, y parece que la pelota por momentos se vuelve incómoda.
Algunos se quejan de que Jardine “hizo un Piojo Herrera” al meter delanteros y buscar centros que dieran el empate “como sea”. Quizá si en lugar de repetir frases armadas se dedicaran a observar, se darían cuenta de que si durante el trámite del encuentro fue imposible generar una oportunidad clara para cualquier atacante, ¿qué hace pensar que sobre el final, cuando el tiempo apremia y el rival está agazapado en su área, iba a ser más sencillo?
Si los jugadores no pueden tirar un pase filtrado, al menos un “ollazo” sí que pueden hacer. Jardine nunca se ha caracterizado por ello, pero tampoco se va a cerrar a una técnica que usa todo el mundo cuando las mejores ideas han fallado.
El resultado fue relativamente circunstancial. Hasta antes de la pifia de Malagón en el gol, América había sido mejor. Sin grandes llegadas, pero se sentía cómodo sobre el terreno de juego.
El domingo saldrán a matarse y dejarlo todo en la cancha. Que no quepa duda.
Algunos americanistas ya echaron todo por la borda.
Esos sobran y qué bueno que se muestren desde ahora.
Han de ser los mismos que en 2013 se salieron faltando diez minutos.
Los demás, con el TRICAMPEÓN hasta el final.
Juntos ganamos, y si toca, juntos moriremos.
EL DATO
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